Salgo del salón y discretamente sigo a mi compañera. Ella está esperando en la parada del bus y yo, casualmente, también estoy ahí. Nos montamos en la misma ruta y luego de casi hora de trayecto, noto que ella se baja. Yo me bajo una cuadra más adelante para disimular y rápidamente me devuelvo para no perderla de vista. Veo que está yendo hacia un callejón, como buscando una dirección; luego la encuentra, abre la puerta y entra. Después de unos minutos yo repito la acción y nos encontramos dentro.
Felipe Orozco.
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